Academia
VidaLugar donde aprendes, te desesperas y haces piña con gente igual de loca que tú.
El diccionario divertido, útil y sin filtros del opositor. Porque a veces, la mejor forma de entender el temario es reírse de él.
Lugar donde aprendes, te desesperas y haces piña con gente igual de loca que tú.
Momento en que los aprobados eligen destino. Si llegas ahí, ya puedes llorar de alegría.
Has aprobado, pero no lo suficiente. Felicidades y lo siento a la vez.
Montañas de papeles y PDFs subrayados: tu tesoro y tu tortura.
Cualidad que se pone a prueba cada vez que Netflix te guiña un ojo.
Sistema por el que tus méritos valen mucho… o nada.
Templo sagrado. Se entra en silencio, se sale oliendo a café.
Laguna que te da justo cuando preguntan lo que mejor sabías.
Lista de espera eterna que da esperanza… y ansiedad.
Plan perfecto que solo se cumple la primera semana.
Recitas un tema delante del preparador o tribunal. Sudores fríos incluidos.
Leyenda urbana. Nadie la usa, todo el mundo la ha pensado.
Ese PDF que te roba el sueño y te cambia el verano.
Nota mínima para seguir. Cuando sale, arde el grupo de WhatsApp.
Concepto teórico. En la práctica, te da culpa.
El examen. Lo sueñas, lo temes, y llega.
“¿Y si me presento el año que viene?”
Amor/odio en formato múltiple. La C siempre parece sospechosa.
Sabes la respuesta, pero tu cerebro dijo “hasta luego”.
Teoría perfecta que se desmorona al tercer tema.
Ese que “no era tan difícil” según los que ya aprobaron.
Te apoyan aunque pregunten cada dos meses “¿ya sabes algo?”.
Primera batalla del proceso. Pasarla ya es victoria.
Tarjetas pequeñas, grandes aliadas contra el olvido.
Miedo a perderte un PDF, cambio de temario o rumor.
Info, ánimos y caos a partes iguales.
Prometes leerla entera; te quedas en la página 3.
Tu súperpoder. Se consigue con constancia (y café).
Tiempo real de estudio sin distracciones. Moneda premium.
Cada pregunta de un test. A veces inofensiva, a veces trampa.
Tu amiga hasta que se queda sin tinta el día clave.
10 horas, 3 cafés y 2 micro-siestas. Épico.
Concepto inexistente el día que ves tu nota y no cuadra.
Fase donde importa lo que sabes y cómo lo dices.
Texto sagrado que recitas casi de memoria.
El susto mensual: “¿Estoy? ¿No estoy?”
Repetir hasta odiar (y recordar) lo que estudias.
Suele salir peor de lo esperado. Útil igual.
Aislamiento extremo. Solo pan, café y temario.
Va y viene. Cuando viene, vuelas.
Lo único que lees en repasos de emergencia.
Te sabes el tema perfecto… justo antes de olvidarlo.
Arreglo rápido para recordar algo a última hora. No siempre funciona.
Cuando el BOE anuncia plazas y los grupos enloquecen.
Lo que te mantiene vivo: plaza, estabilidad, paz mental (en ese orden).
Ser resistente, paciente y con superpoderes de concentración… algunos días.
El sueño. El fin del túnel. El principio de otra vida.
Fase de análisis, negación y memes.
Mezcla entre entrenador personal y psicólogo.
Lo que crees que tienes… hasta que abres Instagram.
Estado de agotamiento absoluto. Señal para parar y respirar.
Tú, en modo supervivencia.
El arte de descubrir que no recuerdas nada de hace tres meses.
Moneda oficial entre opositores. Vuelan más rápido que el Wi-Fi.
Ensayo general del desastre. Justo por eso es tan útil.
Cuando llevas tanto que ya ni recuerdas por qué empezaste.
Actividad artística de toda sesión de estudio.
Unidad básica de sufrimiento académico.
Juego macabro con respuestas sospechosamente parecidas.
Grupo de humanos con poder absoluto sobre tu destino.
Palabra que suena fácil… hasta que te toca hacerlo.
El momento en que todo parece nuevo otra vez.
Minutos previos al examen. Ni el mindfulness te salva.
Palabra mágica que suena a oportunidad y huele a destino.
Terminas el temario… y toca empezarlo otra vez.
Lugar sin estrés ni temario… pero tampoco plaza.
Nivel máximo: ojeras, ansiedad y sabiduría infinita.
Este glosario lo construimos entre todos. Si tienes una idea, compártela y ayuda a otro opositor a sobrevivir.